Decenas de personas han protestado este viernes en Leticia contra la deforestación del ‘pulmón’ del planeta y han denunciado que “no hay agua”.
“¡No hay agua!”, confirmaba Beto Hanayari, un indígena de la etnia Uitoto. “Está lloviendo menos. La tierra se está secando. Qué cosa horrible. Usted va ahorita a la selva y todo está seco. Los animales se están muriendo en el monte. Para consumir agua tienen que caminar kilómetros”, ha lamentado el campesino.
El clima de la zona está cambiando, según el indígena, por la deforestación. La protesta en Leticia, ciudad de unos 60.000 habitantes enclavada en la triple frontera con Perú y Brasil, ha sido convocada con motivo de la Cumbre Presidencial por la Amazonía, que ha contado con la asistencia de los presidentes de Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia.
El líder brasileño, Jair Bolsonaro, no asistió presencialmente argumentando problemas médicos, pero estuvo conectado al resto de líderes mediante videoconferencia. También asistieron delegaciones de Surinam y Guyana.
Los líderes políticos firmaron el ya conocido como Pacto de Leticia, un conjunto de medidas, todavía difusas con las que se pretende conservar el Amazonas.
Pero Beto Hayanari no cree en esos acuerdos. “Los convenios internacionales han sido farsas. Mentiras”, lamenta, criticando que el Gobierno colombiano del presidente Iván Duque plantee retornar al criticado glifosato para acabar con los cultivos de uso ilícito, como la coca, que crecen en el Amazonas.
“El hombre no quiere lo que el padre todopoderoso creador nos ha dado, porque lo seguirá quemando. Deben de dejar de hacer promesas que no pueden cumplir. Para qué van a comprometerse con lo que no pueden”, ha advertido el campesino.
En los alrededores de Leticia no se han dado fuegos como los que se han producido en el sur del Amazonas brasileño. Pero sí ha llegado el humo.
“Es uno de los grandes impactos de la crisis. Aquí ha habido veces en que durante 4 o 5 días la ciudad está cubierta de humo. Entonces las enfermedades respiratorias aumentan”, ha lamentado Germán Ochoa, profesor universitario, mientras sus alumnos gritaban consignas a favor de la conservación del amazonas y contra el presidente Bolsonaro, considerado por muchos de los asistentes como la persona que ha generado la peor parte de la crisis.
“¡La selva no se vende carajo!”, han gritado los jóvenes, muchos de ellos llegados desde varias partes del país al Amazonas para finalizar sus estudios.
“Estos incendios son causados para convertir la Amazonia en tierra de monocultivos de soja, palma africana, maíz y caña para producir agro combustibles y concentrado para animales, cuyos principales destinos no son las poblaciones locales del Amazonas sino mercados extra regionales como China, India o las ciudades grandes de los países que componen la región”, ha señalado el maestro Ochoa.
“Los gobiernos deben tomar medidas serias y contundentes para disminuir la deforestación y eso incluye disminuir las fumigaciones de cultivos de uso ilícito, erradicar los monocultivos, evitar el éxodo de poblaciones indígenas y respetar las plantas de la Amazonia que son sagradas”, ha añadido el profesor.
Mientras la manifestación ha obligado a cortar brevemente el tráfico de una calle anexa al aeropuerto, cercano al lugar donde se realiza la cumbre, Ochoa ha insistido en la importancia de acabar con las fumigaciones.
“Los peces tienen comportamientos diferentes porque el agua ha cambiado de temperatura. Eso ha cambiado el microclima de la región, afectando todo el régimen de cosechas”, ha explicado, criticando, además, que Bolsonaro haya recortado el presupuesto para las asociaciones indígenas.
Mónica Marín, estudiante de la Universidad Nacional, cree que el Gobierno brasileño está engañando a la sociedad acerca de la naturaleza de los incendios.
“Sabemos que no son quemas controladas, como nos quieren hacer creer, sino que son un mecanismo del capitalismo para continuar devastando y deforestando a costa de las personas para el lucro personal”, ha asegurado.
“Las políticas flexibles medioambientales no tienen en cuenta que el Amazonas es el punto central de gran parte de la oxigenación del mundo y del sostenimiento de las nuevas generaciones”, ha lamentado Marín.
“La tierra para nosotros es vida. De eso vivimos, y no tenemos por qué permitir que acaben con ello. Aquí es donde estamos más tranquilos. Hay menos violencia. Más paz que afuera. Por eso doy gracias”, ha explicado también Fernando Lejeteye, un campesino local.
La marcha ha sido pacífica y no se ha dado altercado alguno. El Amazonas ha sido amenazado por los incendios que han quemado centenares de miles de hectáreas de selva en las últimas semanas.