El papa Francisco, quien llegó a Lisboa (Portugal), para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), escuchó el «grito de dolor de las víctimas” de abusos sexuales en la Iglesia.
El pontífice argentino, quien se reunió con 13 víctimas de abuso sexual por clérigos en Portugal, se refirió a “la desilusión y la rabia que algunos alimentan en relación a la Iglesia, en algunos casos por nuestro mal testimonio y por los escándalos que han desfigurado su rostro”.
Te puede interesar: Sebastián Marset evitó su detención en Bolivia secuestrando a tres policías
A su llegada a Portugal, el papa Francisco recorrió en silla de ruedas la pista de aterrizaje, donde fue recibido por el presidente de ese país, Marcelo Rebelo de Sousa, y varias autoridades.
Cabe recordar que el obispo de Roma se sometió hace dos meses a una operación en el abdomen. Sin embargo, eso no ha impedido que haga su viaje número 42 al extranjero.
Durante la JMJ se abordarán temas trascendentes, como la guerra en Ucrania, la ecología y la justicia social, en momentos en que la Iglesia católica enfrenta el desafío de la secularización en Europa.
Ante sacerdotes, diáconos y obispos reunidos en el Monasterio de los Jerónimos, el papa Francisco expresó que los escándalos de abuso sexual en el que están implicados integrantes de la Iglesia Católica «llaman a una purificación humilde y constante, partiendo del grito de dolor de las víctimas, que siempre han de ser acogidas y escuchadas».
Aunque la cúpula eclesiástica pidió perdón a las víctimas y reconoció que había que “cambiar la cultura de la Iglesia”, un sondeo concluyó que el 68 por ciento de las personas interrogadas consideraban que la imagen de la institución se había deteriorado.
También puedes leer: Bukele desplegó 7.000 soldados y 1.000 policías para cercar toda una región
Y es que, en febrero pasado, un informe encargado por la conferencia de obispos portugueses, pero realizado por una comisión de expertos independientes, reveló que al menos 4.815 menores habían sido víctimas de abusos sexuales en un contexto religioso desde 1950.
Antes de la llegada del papa a Lisboa, un grupo de apoyo a las víctimas instaló tres grandes carteles recordando los “más de 4.800 niños abusados por la Iglesia católica en Portugal”.