Una matanza con nueve fallecidos, incluidos tres niños, la madrugada del lunes en Mata de São João (Brasil), ha sido seguida este martes por una operación policial en la que los agentes han abatido a dos de los sospechosos de perpetrar el crimen de la víspera.
Estos sucesos han colocado el foco en el recrudecimiento de la violencia en el Estado de Bahía, uno de los más extensos, poblados y turísticos de Brasil. Y uno de los emblemas de la gestión del Partido de los Trabajadores (PT), que lidera el del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Uno de los motivos apuntados para el aumento de los asesinatos en Bahía es la guerra entre distintos grupos criminales, que fue muy virulenta en el nordeste de Brasil en torno a 2017-2018, lo que disparó el balance nacional. Este Estado, el más negro del país porque su capital, Salvador, fue uno de los principales puertos de entrada de los africanos esclavizados, es uno de los más violentos del país hace tiempo.
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Desde hace cuatro años registra el récord anual de asesinatos, según el Forum Brasileño de Seguridad Pública (FBSP) mientras el país vive un acusado descenso con la cifra más baja en más de una década, 47.000 asesinados. Con 14 millones de habitantes, el año pasado contabilizó más de 6.600 muertes violentas, casi una cuarta parte perpetradas por uniformados de servicio.
Esos datos, unidos a una serie de crímenes recientes, han trasladado al debate nacional la cuestión de la seguridad pública en Bahía y cómo la gestiona el PT, ya que gobierna Bahía desde hace 16 años. El actual gobernador, Jerónimo Rodrigues, está sufriendo múltiples críticas mientras intenta contentar a los agentes de la Policía Militar y al ala progresista de su partido.
Que las policías de Bahía, São Paulo y Río de Janeiro mataran a decenas de sospechosos en pocos días del mes pasado reavivó el debate sobre la letalidad de las Policías Militares brasileñas. Saltó al primer plano entonces el dato de que Bahía, con el PT en el Gobierno, ha sustituido a Río, en manos de un aliado del ultraderechista Jair Bolsonaro, como líder en esta cuestión.
Las muertes violentas en operaciones policiales se multiplicaron en Bahía durante los dos mandatos de Rui Costa, que pasó del Gobierno bahiano a ser ministro de jefe de la Casa Civil. Es además un estrecho colaborador de Lula. El ministro Costa intentó desacreditar el trabajo del Forum, la ONG que lleva la contabilidad más detallada de la violencia en Brasil.
Todavía se desconocen los motivos de la masacre de la madrugada del lunes en la que dos de las víctimas murieron a tiros y el resto, quemadas cuando sus hogares fueron pasto de las llamas. Sobrevivió un adolescente con más del 50 % del cuerpo quemado. Estaba en una de las dos viviendas atacadas, ubicadas en la zona rural del municipio, que en su área costera tiene algunas de las playas más turísticas del nordeste de Brasil.
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En una de las casas vivía, según informa el diario Folha de S.Paulo, el propietario de un bar frecuentado por traficantes de drogas, según varios vecinos.
Dos de los sospechosos del ataque del lunes han muerto abatidos, porque, según la versión policial, se resistieron a ser detenidos y respondieron a tiros. Heridos, fueron trasladados al hospital, pero no llegaron vivos.
Es un patrón recurrente en las operaciones policiales que terminan con víctimas mortales. Un tercer hombre ha sido arrestado acusado de asesinato y los agentes buscan a un cuarto por su supuesta implicación. Durante el operativo, se les han incautado de pistolas, municiones, walkie talkies y drogas. Varias personas van a ser interrogadas a lo largo del día.