Por: Angela Gheller, directora de productos para Manufactura de TOTVS
La inteligencia artificial (IA) es, sin duda, el tema del momento. Las promesas de optimización, aumento de productividad e innovación sin precedentes sitúan a esta tecnología en el centro de las estrategias de cualquier sector. Sin embargo, para la industria latinoamericana, el camino para cosechar los frutos de la IA pasa, primero, por una etapa fundamental e impostergable: la digitalización.
Observamos un gran interés del mercado, especialmente con el avance de la IA. Según el estudio “IA en las PYMES: Tendencias, Desafíos y Oportunidades” de Microsoft, el 54% de las pequeñas y medianas empresas en las Américas utilizan esta tecnología, y el 49% han incorporado IA Generativa. Esto demuestra que, aunque el tema esté en la agenda, aún existe un amplio espacio para avanzar.
El gran desafío es que la IA necesita datos para funcionar. Y no cualquier dato, sino información estructurada, digitalizada y confiable. Sin esta base sólida, la implementación de una IA eficaz es como construir un techo sin antes tener las paredes de la casa.
A pesar del creciente interés, la adopción de IA encuentra un cierto desconocimiento sobre cómo aplicarla. Muchos ejecutivos buscan la inteligencia artificial como una solución mágica, sin antes identificar claramente qué problemas de negocio desean resolver. El primer paso no es contratar una herramienta de IA, sino mirar hacia adentro y preguntar: “¿Dónde están mis mayores cuellos de botella? ¿Qué necesito optimizar?”
Además de la calidad de los datos, dos preocupaciones son centrales en la adopción de la IA: la seguridad y las personas. La protección de la información es fundamental, especialmente en entornos industriales donde los datos del piso de fábrica no pueden estar vulnerables. En este sentido, el uso de la nube se vuelve un aliado esencial para garantizar la integridad y disponibilidad de los sistemas.
En cuanto al impacto en los empleos, es natural que existan temores, pero la IA no llega para eliminar puestos de trabajo, sino para transformar la forma en que trabajamos. Tal como ocurrió con internet, que en su momento generó incertidumbre y hoy es una herramienta indispensable que creó nuevas profesiones, la IA permitirá que los equipos operativos se enfoquen en tareas más estratégicas, orientadas a la mejora continua y la innovación.
La industria latinoamericana se encuentra en un momento de cambio cultural. La disposición para discutir e implementar nuevas tecnologías nunca ha sido tan alta. Sectores como el de consumo, automotriz y de equipos pesados ya avanzan en esta dirección, impulsados por la necesidad de producir más con menos. Pero los beneficios potenciales se extienden a toda la cadena productiva, desde la línea de manufactura hasta áreas como marketing y logística.
El mensaje para las industrias que inician su camino es claro: la transformación es inevitable. La inteligencia artificial aportará la madurez que falta en la digitalización, pero antes es necesario “hacer la tarea”. Invertir en la digitalización de la operación, identificar los verdaderos problemas que necesitan ser resueltos y, sobre todo, preparar a los equipos para esta nueva forma de trabajar. Las empresas que se adapten más rápidamente no sólo sobrevivirán, sino que liderarán el futuro de la industria.