La orden del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para empezar a probar «inmediatamente» el arsenal nuclear norteamericano supondría, de llevarse a cabo, el fin de la moratoria de pruebas nucleares que Estados Unidos mantiene desde hace más de 30 años.
La última prueba nuclear realizada por Estados Unidos se llevó a cabo el 23 de septiembre de 1992 en el estado de Nevada.
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El anuncio de Trump llegó este jueves después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, dirigiera, el pasado 22 de octubre desde el Kremlin, maniobras por tierra, mar y aire de las fuerzas nucleares durante las que se lanzó un misil balístico intercontinental Yars, de hasta 12.000 kilómetros de alcance.
El escueto anuncio del presidente de Estados Unidos pareció una declaración de fuerza unos minutos antes de su reunión en Busan, Corea del Sur, con su homólogo chino, Xi Jinping.
En 1992, primero el Senado, en agosto, y después la Cámara de Representantes, en septiembre, aprobaron la suspensión de los ensayos nucleares, inicialmente durante un periodo de nueve meses, pero con el objetivo de poner fin a todas las pruebas atómicas estadounidenses en septiembre de 1996.
Aunque el entonces presidente, el republicano George Bush, y luego su sucesor, el demócrata Bill Clinton, amenazaron con vetar la medida, la moratoria se ha prolongado desde entonces.
La decisión llegó después de la caída de la Unión Soviética, el fin de la Guerra Fría y la apertura de un escenario en el que numerosos representantes políticos norteamericanos y una parte importante de la opinión pública consideraban que EE. UU. debía liderar la colaboración entre las potencias y la desnuclearización del planeta.
Además, los avances tecnológicos habían contribuido a que EE. UU. pudiera comprobar la fiabilidad de su armamento nuclear sin necesidad de explosiones atómicas.
Desde la Segunda Guerra Mundial hasta 1992 Estados Unidos realizó más de un millar de ensayos nucleares. Hasta 1963 estos ensayos eran atmosféricos y, desde esa fecha en adelante, solo se realizaron pruebas subterráneas.
Aunque desde septiembre de 1992 Estados Unidos no ha vuelto a efectuar ensayos nucleares, sí que ha hecho varias decenas de experimentos conocidos como subcríticos, que no desatan reacciones nucleares en cadena o no producen rendimiento atómico.
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Estos ensayos están diseñados para verificar la seguridad y eficacia del arsenal nuclear, y se encuentran dentro de los límites establecidos por el Tratado de Prohibición Completa de Pruebas de 1996.
El primer acuerdo para regular los ensayos atómicos fue el Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares (PTBT), firmado en agosto de 1963 por Estados Unidos, la URSS y el Reino Unido, y que prohibió las detonaciones nucleares en la atmósfera, sobre el espacio terrestre y bajo el agua, permitiendo únicamente los ensayos subterráneos. No se adhirieron a él Francia y China.
En 1974 Estados Unidos y la URSS acordaron prohibir las pruebas nucleares subterráneas con una potencia superior a 150 kilotones, que no entró en vigor hasta 1990.
En septiembre de 1996 llegó el acuerdo más importante, el Tratado para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBT), aprobado por la ONU, que suspendía cualquier tipo de explosión experimentales atómicas y al que se han adherido 185 países, entre ellos Estados Unidos.
Sin embargo, Estados Unidos -ni tampoco China- han ratificado el tratado, por lo que nunca ha entrado en vigor.