La selección que dirige el portugués Carlos Queiroz ganó 3-0 en Barranquilla por la primera jornada. El martes enfrentará a Chile en Santiago.
La vida, casi siempre, se puede retratar en el fútbol. O al revés. Y lo inesperado termina por generar costumbre, porque la pelota, tal cual sucede con la existencia, tiene que seguir rodando.
Así pasó ayer en la victoria de la selección de Colombia sobre Venezuela luego del minuto 13, cuando Santiago Arias, que nunca se resigna a perder un duelo, se lanzó para para evitar que Darwin Machís sacara un centro. Y lo que parecía un cierre muy normal, terminó con el tobillo del defensor doblado y el corrientazo y el gesto de dolor del jugador de Bayer Leverkusen. La repetición hizo más crudo lo sucedido: una extremidad fuera de su lugar como si estuviera hecha de goma (una luxofractura).
Y Arias, que no estuvo en el llamado inicial de Carlos Queiroz (fue convocado después) y que tampoco estaba en la lista de muchos para ser titular frente al equipo venezolano, se fue de la cancha del Metropolitano en camilla, para que después, a palo seco y a mansalva le regresaran el tobillo a su posición original, como hay que hacerlo en esos casos, por más salvaje y brutal que parezca.
El dolor fue de todos, seguramente, pero para fortuna aparecieron los goles y su efecto analgésico. Primero con Duván Zapata, que concretó una acción en la que Colombia salió de la presión del rival jugando, en la que Cuadrado llegó hasta el fondo luego de una triangulación -el conocido toma y dame- y en la que el hombre de Atalanta, que va al espacio por pura intuición, la empujó para el 1-0 y para su cuarta anotación en la era Queiroz.
Después fue el turno del otro delantero del club de Bérgamo, Luis Fernando Muriel, que en solitario venció a Wuilker Fariñez para aumentar la cuenta. Otra vez las bandas, con Johan Mojica y la confianza e ir hasta el final y Muriel moviéndose como hay que hacerlo, al segundo palo mientras que Zapata lo hace al primero. El letargo de la defensa venezolana molestó a Wuilker Fariñez, que de a poco vio cómo la resistencia del comienzo se fue quebrantando.
Y al final de la primera parte, en otro contragolpe de manual, con Camilo Vargas dando una habilitación -sí, en un saque de mano-, Muriel corrió desde campo propio y sin obstáculos llegó hasta donde Fariñez para sacar un latigazo imposible de contener para el arquero visitante.
Tres acciones de practicidad e inteligencia y tres goles. Y Venezuela, que se animó por momentos, que probó a Vargas con un remate de Roberto Rosales, se resignó ante la simpleza y la efectividad de Colombia, ante la claridad de ideas de James Rodríguez, el motor del mediocampo que deslumbra y convence con su forma de entender el juego y por el dinamismo que le da a sus compañeros porque la realidad es que el equipo nacional va al ritmo que el hombre de Everton imponga. Y toda esa libertad es posible por el trabajo de un volante como Jefferson Lerma, de esos que solo aspiran a darle al equipo lo que se necesita y sin lucirse.
El mapa de calor de Rodríguez evidenció lo que hace también en la Premier: independencia por la zona centro del campo y por las bandas, autonomía para ir a tocar con Cuadrado y después con Mojica, con Lerma un poco más atrás y con Muriel más adelante. En otras palabras: omnipresente. Y el capitán, que sabe que el juego mismo llama al cambio, fue por aquí y por allá, y con el marcador a favor bajó la cadencia y tuvo la serenidad de aquietar la pelota cuando había que frenar los chispazos de Venezuela.
Y Queiroz, que sabe los pormenores de estas jornadas dobles, en las que se debe rotar cuando el marcador lo permite, mandó al terreno de juego a Frank Fabra, a Alfredo Morelos, a Radamel Falcao García y a Steven Alzate por Luis Fernando Muriel, Juan Guillermo Cuadrado, James Rodríguez y Duván Zapata . Y entonces ya no fue necesario chocar ni ir al balón con la misma vehemencia de antes, y el equipo empezó a regular pensando en el partido con Chile de este martes, en que tendrá 24 horas menos de recuperación y un vuelo de seis horas hasta el sur del continente.
Colombia supo jugar como equipo, goleó como equipo (le volvió a ganar a Venezuela por tres goles como en la eliminatoria para Corea y Japón 2002 y México 1970) y probablemente se unirá como equipo para apoyar a Santiago Arias porque se nota, por lo que se ve en la cancha, que en el grupo hay una amistad de la buena, un elemento tan importante como el jugar bien. Ahora, con el respaldo de haber debutado de gran manera, habrá que pensar en Chile, que de seguro estará esperando con un muy buen planteamiento. No en vano del otro lado estará el entrenador colombiano Reinaldo Rueda.
Alineaciones:
Colombia: Camilo Vargas; Santiago Arias, Yerry Mina, Dávinson Sánchez, Johan Mojica; Juan Guillermo Cuadrado, Wílmar Barrios, Jefferson Lerma; James Rodríguez, Luis Fernando Muriel y Duván Zapata.
DT: Carlos Queiroz.
Venezuela: Wuilker Faríñez; Ronald Hernández, Wílker Ángel, Jhon Chancellor, Roberto Rosales, Tomás Rincón, Yangel Herrera, Jhon Murillo, Jefferson Savarino, Darwin Machí, Sergio Córdova.
DT: José Peseiro
EL ESPECTADOR.