El parque de los Hippies sigue ensordeciendo a sus vecinos. Ubicado en la localidad de Chapinero, este lugar emblemático de Bogotá se ha convertido en un dolor de cabeza para los habitantes de la zona a causa del ruido excesivo que se vive durante las noches donde se reúnen tanto estudiantes, como comerciantes, vecinos del barrio y hasta ciudadanos habitantes de calle.
El nombre del Parque de los Hippies, que originalmente se llama Parque Antonio José de Sucre, nació de forma espontánea en la década de los años 70, cuando grupos de jóvenes influenciados por la contracultura y el movimiento hippie mundial comenzaron a reunirse allí. Con el tiempo, el parque se consolidó como un punto de encuentro para quienes querían romper con las normas y tradiciones sociales de la época.
Sin embargo, la situación del lugar ha venido empeorando. Lo que antes era un punto de encuentro cultural y alternativo, es ahora un espacio marcado por la acumulación de basuras, la contaminación y la ocupación indebida del espacio público.
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La Alcaldía Local de Chapinero asegura que, si vienen tomando acciones, muchas de ellas en coordinación con otras entidades del Distrito. De hecho, la Secretaría de Seguridad y la Policía en las últimas semanas desarticularon dos células del ‘Tren de Aragua’ que operaban en ese espacio.
Por su parte, el Instituto Distrital de recreación y Deporte (IDRD) reitera que no autoriza la realización de eventos en ningún espacio público, afirma que dicha competencia está en cabeza de la Secretaría Distrital de Gobierno para los eventos de media y alta complejidad, y el correspondiente seguimiento para los eventos de baja complejidad.
Según cifras de la Secretaría Distrital de Seguridad, Convivencia y Justicia, entre enero y agosto de este año se registraron 240.401 llamadas por ruido en Bogotá, un aumento del 24,96 por ciento frente al mismo periodo de 2024. Solo en agosto, las denuncias subieron de 26.722 a 37.452, un incremento del 40,15 por ciento. En Chapinero, los reportes crecieron 35,22 por ciento en ese mismo mes, al pasar de 974 a 1.317 casos.
Cabe aclarar que los operadores de la línea 123 clasifican una llamada como caso de ruido cuando un ciudadano reporta sonidos provenientes de fiestas, reuniones, eventos u otras actividades que alteran la tranquilidad y la convivencia. Estos reportes luego deben ser verificados por las autoridades competentes para confirmar la situación y determinar si se requiere una acción o sanción.
Para los vecinos del Parque Antonio José de Sucre-Hippies, las cifras reflejan un problema que viven a diario. “Los residentes estamos muy afectados por el alto ruido que se da en la zona. Por los establecimientos de entretenimiento como bares, discotecas y fondas, los eventos que cada fin de semana autoriza el IDRD y las tribus urbanas que hacen sus toques musicales desde los miércoles”, comentó Luis Niño, líder comunitario y administrador de varios edificios perimetrales al parque, quien coordina una red de administradores y residentes del sector.
El hombre, además, explica que, aunque el parque fue concebido como un espacio cultural, la falta de control ha generado un escenario de desorden. “Los eventos culturales que deberían promover una vida sana terminan siendo los momentos de mayor consumo de alcohol y sustancias psicoactivas”, añadió Niño.
Los problemas no se limitan al ruido. En los últimos años, los residentes denuncian un deterioro general del entorno, con situaciones de inseguridad, vandalismo y venta de estupefacientes. “Solo en 2024 hubo cuatro muertes por riñas. Esto, sumado al turismo nocturno y sexual que se ha extendido en la zona, ha hecho del parque un punto de riesgo”, agregó el líder.
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El colectivo de administradores, debido a ese panorama, ha promovido plantones y mesas de diálogo con la Alcaldía Local, el IDRD y la Personería. “No pedimos que cierren los bares o discotecas, sino que cumplan las normas, que insonoricen y bajen el volumen. Queremos que el sector mantenga su carácter cultural, pero en armonía con los residentes”, explicó.
Gracias a las gestiones del grupo vecinal, recientemente se logró que los eventos autorizados por el IDRD terminen más temprano. “Antes se extendían hasta las 10 u 11 de la noche. Ahora, algunos finalizan a las 7 u 8 p. m. Es un avance, aunque los procesos con las entidades siguen siendo lentos”, dijo el líder comunitario.
El parque, rodeado de edificios residenciales y universidades como La Salle, la Konrad Lorenz y la Santo Tomás, recibe gran afluencia de jóvenes. Los vecinos aseguran que la situación empeora los jueves y viernes, cuando los estudiantes consumen licor en los andenes. “Es un punto de encuentro masivo, pero el desorden ha afectado la tranquilidad y la salud mental de una población donde en su mayoría son adultos mayores”, comentó el vocero.
A partir de la más reciente actualización de los Mapas Estratégicos de Ruido (MER) de la Secretaría Distrital de Ambiente, elaborada en 2023 con base en información recopilada entre 2018 y 2021, se identificaron 27 Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS) en 11 localidades de Bogotá.
Estas zonas fueron clasificadas por presentar los niveles más altos de contaminación sonora, según los indicadores acústicos de afectación y molestia registrados por la Red de Monitoreo de Ruido Ambiental de Bogotá (RMRAB), la cual permite hacer seguimiento continuo, a corto, mediano y largo plazo, de las áreas con mayores impactos por ruido en la ciudad.
Entre los sectores que registran mayor contaminación auditiva se encuentran localidades como Chapinero, más exactamente entre las calles 57 y 70 y entre la carrera 4 y la Avenida Caracas; Kennedy, en la Avenida Boyacá con Avenida Primero de Mayo, Plaza de las Américas, el barrio Oneida y Patio Bonito; y, en Engativá, en el sector aeronáutico, el barrio Bellavista Occidental y los tramos comprendidos entre la Avenida Boyacá y la Avenida 68.
Desde la Policía Metropolitana de Bogotá informaron que, tras verificar la base de datos del Registro Nacional de Medidas Correctivas (RNMC), no se han impuesto sanciones por contaminación auditiva en el sector del Parque de los Hippies. Sin embargo, aclararon que la Ley 1801 de 2016 faculta a la autoridad para aplicar medidas correctivas cuando se comprueben afectaciones a la convivencia.