Doble golpe de autoridad de Carlos Alcaraz a Sinner en el US Open

Carlos Alcaraz dio un golpe encima de la mesa del tenis este domingo en el US Open. En unas condiciones que no le favorecían, por la cobertura del Estadio Arthur Ashe debido a la amenaza de lluvia, con humedad y un clima tirando a fresco, pudo con Jannik Sinner (6-2, 3-6, 6-1 y 6-4 en 2h42), ganador de siete títulos en torneos indoor y el rey de la pista dura, en racha de 27 triunfos en Grand Slams jugados sobre dicha superficie.  

Así, con todo en contra, el español alzó su sexto trofeo en eventos de la máxima categoría. El segundo en Nueva York, tras aquel inolvidable con el que abrió en 2022 su palmarés (ganó en la final a Casper Ruud) y que le proporcionó, además, el número uno del mundo. Posición que, casualmente, le quita en esta ocasión al italiano y que recupera con este nuevo éxito, dos años después de perderla a manos de Novak Djokovic. 

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Líder de la temporada en victorias (61) y títulos (7), con 22 años y 125 días, es el segundo jugador más joven de la Era Open en ganar seis títulos de Slams, tras Borg (22 y 32) y por delante de Nadal (22 y 243) y Wilander (23 y 288), con quienes comparte el hecho de ser el cuarto hombre en la historia que gana múltiples títulos de majors en tierra batida (2), hierba (2) y pista dura (2), en este caso, también en compañía de Djokovic.  

Sinner se quedó a dos entorchados de Carlos en la carrera por los grandes. El saque, una de sus principales armas, esta vez le penalizó, como le había ocurrido en el resto del campeonato: 48% de efectividad con primeros y solo un 69% de puntos ganados con ellos. Lo había advertido tras alguna de las anteriores rondas. No carburaba ese aspecto tan fundamental de su tenis. De haberlo hecho mejor, con la bola ajena al impacto ambiental del calor y del viento, otro gallo le habría cantado, posiblemente. Pero lo tenía difícil con ese escaso bagaje ante un oponente de tanta categoría, que le dobló, además, en golpes ganadores (42-21) e imprimió una fuerza a su golpeo capaz de contrarrestar el teórico mayor peso de las pelotas. 

El partido comenzó con 45 minutos de retraso por culpa de Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, que fue invitado por Rolex a la final, lo que motivó medidas de seguridad extraordinarias en el Billie Jean King National Tennis Center.  

Alcaraz arrancó con el cuchillo entre los dientes. Impuso un ritmo frenético desde el primer intercambio e hizo break, a palo limpio, en un juego que duró ocho minutos. Poseído por una determinación estremecedora, hizo que cada golpe hiriera a un Sinner extrañamente sorprendido, que falló más de la cuenta y no logró dominar con su servicio. Todo lo contrario que su rival, que tenía el acierto por castigo. Solo dos errores no forzados en un primer set perfecto por su parte, que cerró con un segundo quiebre y un saque en blanco. Todo le entraba, hasta un par de golpes a bote pronto muy difíciles de controlar. 

En el descanso entre parciales, le cayó un sonoro abucheo a Trump cuando le mostraron en las pantallas gigantes del estadio. El polémico empresario y político lo encajó con gesto de resignación y sonrisa a media asta. Mientras tanto, un dato, sin él saberlo, daba alas a Alcaraz: su efectividad en cuanto a victorias en el torneo neoyorquino después de ganar la primera manga era del 100% (22-0). Pero ya había empezado así en la final de Wimbledon, contra el mismo oponente, y acabó perdiéndola.  

La intensidad de su juego necesariamente tenía que bajar. No era humanamente posible que la mantuviera. Y contemporizar con tiros de transición no le dio para desbordar al pelirrojo, que se puso las pilas, y muy bien puestas. Un mal turno de servicio de Carlos, que cometió un par de fallos y encajó otro par de winners, metió definitivamente a Jannik en la pelea. Era solo la tercera vez que cedía su servicio en estas dos últimas semanas (lo hizo contra Darderi en la tercera ronda y ante Djokovic en cuartos). Un hito clave en su devenir, que solo había logrado antes, camino del éxito en majors, Pete Sampras, en Wimbledon 1994 y 1997. El público, encantado con la posibilidad de ver un encuentro largo, se puso de su lado y le empujó hasta la igualada. 

Afortunadamente para Alcaraz, Sinner se desconectó, de repente, en el tercer set. Una derecha mal pegada, cuando la tenía a placer, le hizo perder de nuevo su saque y, de paso, las buenas sensaciones que arrastraba. Muy lejos ya en el marcador, después de encontrarse con otro break en contra (0-4), el transalpino puso el modo ahorro de energía y se dejó ir, sin permitir, eso sí, que Carlos, crecido por algunas acciones de esas suyas que levantan al respetable de los asientos, pudiera empezar sacando en el cuarto acto. 

El de El Palmar nunca había perdido en Slams tras ponerse con un 2-1 en el marcador (28-0). Otra estadística para la esperanza, para afrontar con confianza el resto del choque. Y la derrochó en el primer juego, porque, además, veía cómo se disipaban los fantasmas de la remontada directa de Jannik en el All England Club. De milagro, gracias a un tanto espectacular en el que estuvo felino, el tirolés levantó dos amenazantes opciones de quiebre que le hubieran puesto en una situación límite.  

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Aunque ese momento fue inevitable y llegó más tarde, cuando, tras una doble falta, volvió a tirar fuera un drive muy claro y la final se le puso cuesta arriba. Con 3-2 y servicio, Alcaraz supo mantener la distancia con aplomo y grandeza. Fue madurando su éxito con la alegría que le pedía desde el box del equipo su entrenador, Juan Carlos Ferrero, cada vez más convencido de que el día iba a acabar muy bien para ellos.  

Charly, como le suele llamar el técnico valenciano, se colocó en posición de cerrar el duelo (40-15). Y Sinner, en un arranque de orgullo, decidió complicarle la tarea, acortando hasta alcanzar el deuce. No pudo con el tercer match-point. Un saquetón llevó a su enemigo íntimo hasta otra victoria de las que marcan época y alimentan una rivalidad que empieza a ser histórica. 

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